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Las varices son una afección crónica originada por la debilidad de las válvulas y paredes venosas, con localización preferentemente en las extremidades inferiores.
En nuestro entorno es un problema que puede afectar hasta a un 10% de la población, con predominio claro en la mujer, casi cuatro veces más que entre los hombres.
La mujer, por sus características hormonales, es más propensa que el hombre, y esta posibilidad se acrecienta aún más durante el embarazo.
Asimismo, la toma de anticonceptivos conlleva un riesgo añadido. La función de las venas es retornar la sangre de la circulación periférica al corazón, pero en las piernas este retorno se realiza en contra de la gravedad. El fallo más o menos importante de las válvulas (que en situación normal impiden el reflujo de la sangre hacia abajo) comporta la denominada insuficiencia venosa, que dará lugar al síndrome varicoso.
En este sentido, según el estado de afectación de la vena o según la propia vena afectada, puede originarse un problema sencillamente estético o una situación realmente seria.
En un primer momento sólo es apreciable el relieve venoso, y la afección se limita a las venas más superficiales. Posteriormente aparecen los síntomas más típicos, como son pesadez de piernas, cansancio, edema, calambres y dolor.
Más adelante suelen aparecer picor o escozor y pigmentación en la piel de la zona, y pasan a estar afectadas venas más profundas. En los estadios más avanzados de la enfermedad llegan a aparecer las úlceras varicosas. Por otro lado, cabe destacar que algunas de las causas de esta dolencia son hereditarias, y que ciertos estados como el embarazo o la menopausia favorecen su aparición, pero que hay otras causas como son la obesidad, el estreñimiento o los anticonceptivos orales que influyen igualmente en su aparición.
Asimismo, determinados hábitos de vida (sedentarismo, o estar muchas horas de pie), o incluso el uso de ropas ajustadas que limitan el retorno venoso, pueden actuar también como desencadenantes y, si pueden evitarse, ayudarán a prevenir las varices o a retrasar su aparición Las actividades que aumentan la temperatura de las piernas suelen hacer empeorar las molestias, y, por ello, hay que ser prudente a la hora de tomar el sol de forma directa. Sin embargo, el frescor o el agua fría suelen servir de alivio. La gimnasia suave también es muy útil.
La insuficiencia venosa suele tratarse con vendas o medias elásticas encaminadas a favorecer el retorno venoso y a mejorar la sintomatología, pero en ningún caso garantizan una desaparición definitiva del problema. Los tratamientos quirúrgicos o el esclerosamiento venoso son técnicas efectivas para su eliminación, pero las varices pueden volver a formarse, ya que la sangre se recanaliza a través de otras venas que a partir de ese momento pasarán a soportar más trabajo, con el consiguiente riesgo de transformación en nuevas varices.
Imagen: Instituto Clínico Capilar y Estético