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La rinitis alérgica es una de las enfermedades alérgicas más comunes. Se estima que en los países desarrollados la sufre entre el 5 y el 25% de la población.
La rinitis es la reacción alérgica de las membranas de la mucosa nasal cuando entran en contacto con una o más sustancias alergógenas.
Los síntomas son: estornudos, secreción nasal acuosa (rinorrea), congestión nasal, picor en los ojos y lagrimeo, picor en la nariz y en la garganta.
En general, los síntomas de la rinitis son más agudos durante el día, y remiten por la noche. El viento es mal amigo de la rinitis, porque transporta el polen y lo disemina.
Los mejores días son los días de lluvia, excepto para los alérgicos a las esporas de los hongos, porque la sintomatología se agrava con la humedad.
El cuadro de la rinitis tiene una evolución de dos o tres años, hasta que se estabiliza. Aunque, en unos cuantos años, puede desaparecer la hipersensibilidad. Las rinitis pueden ser estacionales o crónicas (duran todo el año).
La rinitis estacional, también llamada fiebre del heno (aunque no tiene ninguna relación ni con la fiebre ni con el heno), la presentan personas que son sensibles a los pólenes de las plantas que dependen del viento para la polinización, y a las esporas de hongos y mohos. La primavera es posiblemente la estación más odiada por los alérgicos. Les afecta el polen de árboles y flores en primavera, y los pastos y las garrigas a principios de verano y en otoño.
Los alergógenos más frecuentes en el entorno mediterráneo son: Parietaria Plataneros, Gramíneas y Olivos.
Por el contrario, la rinitis crónica se presenta durante todo el año, aunque se pueden tener crisis en determinados períodos o en circunstancias concretas. Generalmente, las causas son: Los ácaros, componentes habituales del polvo doméstico, Pelos y células de descamación de los animales domésticos y las esporas de hongos Los síntomas son casi los mismos que los de las rinitis estacionales, aunque el bloqueo nasal es más pronunciado, pero en cambio no hay picor.
Las rinitis alérgicas se pueden complicar, provocando pérdida de oído, sinusitis, aparición de pólipos nasales, también, en los niños, pueden originar cambios en la estructura ósea del paladar e, incluso asma.
Imagen: www.wawis.com