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El pie de atleta (tinea pedis) es el resultado de una infección producida por un hongo, se trata por tanto de una micosis superficial restringida a la capa más externa de la piel, la epidermis.
Afecta inicialmente a los espacios interdigitales pero frecuentemente acaba por extenderse por la planta del pie produciendo picor y dolor.
Esto puede complicarse con sobreinfecciones bacterianas que son las responsables del mal olor. El pie de atleta es más frecuente en hombres que en mujeres y afecta en mayor medida a los deportistas ya que la intensidad del ejercicio provoca calor y humedad en los pies.
El contagio es por transmisión directa de persona a persona, así como a través de superficies húmedas tales como piscinas, gimnasios, duchas, toallas, etc....
En estos lugares los hongos pueden persistir durante meses. En principio la mayoría de micosis superficiales son tratadas tópicamente, utilizándose para ello antifúngicos, entre los que destacan los derivados azólicos (ketoconazol, bifonazol, cotrimazol etc...).
La aplicación de una crema, polvo, o spray que contenga estos productos dos veces al día durante tres o cuatro semanas es eficaz en la mayoría de los casos y no debe suspenderse el tratamiento aunque haya mejoría porque la infección reaparecería.
Aun así la eficacia del tratamiento tópico es limitada si la infección es extensa, afecta a la uña, o afecta a la planta del pie (piel gruesa).
En general los antifúngicos tópicos son muy bien tolerados, en ocasiones pueden provocar reacciones adversas, en general irritación local inmediatamente después de aplicar el fármaco. Lavar y secar bien los pies, usar calzado transpirable, y el uso de zapatillas en las zonas húmedas pueden evitar el contagio del pie de atleta.
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