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En verano cada vez con mayor frecuencia se observa la presencia de medusas, especialmente, en la orilla.
Esta situación es debida a dos factores importantes. Por un lado, a la menor presencia de depredadores de medusas en alta mar. Y por otro, a la elevada temperatura del agua del mar.
La realidad es que observamos muchas medusas de tamaños diferentes, vivas o muertas, o incluso restos de tentáculos que pueden ser activos, es decir, urticantes si se los toca.
Las medusas son animales invertebrados y muy transparentes, lo que les facilita el camuflaje. Constan de tres partes: umbrela, brazos orales y tentáculos, donde encontramos las sustancias tóxicas que les sirven de defensa. Cuando la medusa toca a su presa, o nuestra piel, se produce un estímulo de sus sensores y se activan los mecanismos de la picadura, que se produce rápidamente, inyectándose la sustancia tóxica dentro de la piel.
La toxina inyectada produce un picor intenso, escozor, eritema y edema de la zona afectada.
La gravedad de la picadura está en relación con la extensión de la zona afectada, la edad del paciente, su estado de salud.
Si se produce la picadura, se debe mantener a la persona afectada en reposo. Se deben retirar los restos de medusa con unas pinzas, pero nunca con los dedos.
A continuación se debe lavar la zona afectada con agua de mar si es posible, pero nunca se ha de aplicar agua dulce de forma directa. Es muy importante no frotar la zona afectada ni tocarla con las manos.
Se puede tomar algún analgésico para calmar el dolor, en caso de que éste sea muy fuerte.
Si los síntomas persisten o si la picadura es severa, se debe acudir a un centro médico. Una manera de prevenir la picadura de las medusas, aparte de evitar el baño cuando se detecta su presencia, es la utilización de cremas solares repelentes de medusas.