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La gripe es una enfermedad transmisible aguda que es producida por un virus y que afecta a las vías respiratorias superiores.
La gripe es altamente contagiosa. Se puede presentar esporádicamente, estacionalmente o por epidemia, e incluso, convertirse en pandemia.
La presencia de la gripe en el organismo facilita otras infecciones. A veces, complicaciones fatales pueden derivar en neumonía, bronquitis...
Igualmente, la gripe puede ser muy grave, sobre todo en pacientes de alto riesgo, los afectados por asma, diabetes, insuficiencia cardiaca o las personas mayores y las muy jóvenes.
Los síntomas incluyen Fiebre (+ de 38o), dolor de cabeza y de garganta, dolores musculares, abatimiento, fatiga.
También se pueden presentar otros síntomas menos frecuentes tales como: tos seca, ojos llorosos, congestión y destilación nasal.
El virus de la gripe se propaga por las microgotas que se diseminan con la tos y los estornudos de las personas afectadas.
El virus se disemina por el aire durante 4-6 horas y comienza a afectar a las vías aéreas. La enfermedad aparece entre las 18 o 72 horas después de la primera infección.
Los síntomas acostumbran a durar 5-6 días. Una de las particularidades del virus de la gripe es su variabilidad genética, está sujeto a una serie de cambios que hacen que no lo puedan reconocer los anticuerpos formados previamente.
Los virus que conforman la gripe son de diferentes tipos y de esta mezcla resulta un tipo de virus diferente cada año, lo cual lo hace difícil de combatir.
Eso es lo que crea las temidas pandemias. El invierno es el tiempo en que se registran más casos de gripe.
El virus puede empezar a afectar desde el mes de noviembre y hasta el mes de abril.
Los resfriados, en cambio, pueden aparecer todo el año. El enfriamiento del cuerpo o la humedad de los pies no inducen, por sí mismos, el resfriado común o la gripe.
Sin embargo, si el virus invasor es reciente, la exposición a estos factores probablemente será un elemento que contribuya, ya que tales exposiciones se asocian a efectos vasomotores que producen un descenso de la temperatura nasal en varios grados.
Con este cambio de temperatura, mucha gente experimenta síntomas de irritación nasal como los estornudos y descargas serosas.
Estos cambios en la mucosa nasal, y el subsiguiente cambio en las características del moco, pueden facilitar la invasión vírica.
La prevención más adecuada para la gripe es la vacunación. La vacuna es anual, las personas a las que se recomienda vacunarse son las afectadas por patologías respiratorias y cardíacas crónicas, inmunodeprimidos, y personas en contacto cotidiano con estos enfermos.
Se recomienda vacunarse de la gripe en octubre o principios de noviembre. ¿Siempre es segura la vacuna? Si se tiene la gripe en época de vacunación, hay que esperar a estar totalmente restablecido para vacunarse.
No se puede vacunar a los niños menores de seis meses. En caso de contraer la gripe es importante lavarse las manos antes de cada comida con abundante agua y jabón, usar pañuelos desechables, aumentar la ingestión de líquidos, humidificar el ambiente, evitar el humo del tabaco, ventilar bien el ambiente, evitar los locales mal ventilados con mucha gente, evitar los cambios abruptos de temperatura , descansar y hacer gárgaras.
El tratamiento de la gripe es para combatir los síntomas. El paracetamol y el ácido acetilsalicílico son los medicamentos más útiles para la fiebre y el dolor. Si se presentan otros síntomas se tratarán de forma puntual.
El descanso es importante para ayudar a la mejora de la infección. No tienen que utilizarse antibióticos ya que la gripe es causada por un virus, y los antibióticos atacan a las bacterias.
Los antibióticos sólo son recomendables en casos de presentarse sobreinfección bacteriana.