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El uso de plantas medicinales en el embarazo es extremadamente habitual, encontrándose el jengibre y le equinácea entre las más utilizadas.
Las embarazadas parecen no ser conscientes de que los componentes de las plantas pueden causar malformaciones en el feto o ser abortivos.
Las principales asociaciones europeas dedicadas a la evaluación de la seguridad y eficacia de la fitoterapia señalan que las plantas medicinales solo deben usarse durante el embarazo o la lactancia si hay seguridad y eficacia.
A continuación indicaremos algunas plantas de uso frecuente durante el embarazo, aunque se desaconseja su uso a no ser que sean indicadas por profesionales de la salud.
La equinácea es una de las plantas más efectivas frente a numerosos virus y bacterias. Se usa para acelerar la curación de heridas y por vía sistémica como inmunoestimulante, aunque un estudio sugiere que la equinácea podría afectar el desarrollo fetal en humanos.
El jengibre, en concreto su raíz, posee actividad antiemética y antihistamínica. Es una planta muy utilizada para tratar las náuseas en mujeres embarazadas, sin embargo, en dosis altas tiene actividad mutagénica in vitro.
Hipérico: las partes aéreas de la hierba de San Juan se utilizan para tratar la depresión leve a moderada, incluyendo los síntomas asociados a premenopausia y menopausia, aunque puede causar malformaciones en el feto.
Valeriana: la raíz de la valeriana se utiliza para tratar el nerviosismo y la dificultad ocasional para conciliar el sueño. No parece que produzca fetotoxicidad, pero puede aparecer un ligero retraso en la osificación.
Ginseng: es una de las plantas más utilizadas como tónico-revitalizante, depurativo antiestrés, y antianémico. Los componentes de su raíz estimulan el sistema nervioso central, aumentan la actividad psíquica, la capacidad de concentración y disminuye la fatiga. Uno de los componentes del ginseng demostró teratogenicidad. Por su posible efecto estrogénico existe la posibilidad de inducción de abortos espontáneos.
El arándano rojo es una planta endémica de Norteamérica. Los frutos reducen la frecuencia de infecciones urinarias.
La onagra: las semillas de onagra se utilizan para tratar la artritis reumatoide y la neuropatía diabética. Se desconocen los efectos, por lo que solo debe usarse por indicación médica.
El sen es una planta utilizada para tratar el estreñimiento ocasional (habitual en el embarazo, lactancia y puerperio). El sen no produce efectos abortivos, teratogénos o tóxicos, aunque no se recomienda durante la lactancia, ya que se han detectado pequeñas cantidades de metabolitos activos en la leche materna.
Cáscara sagrada su corteza contiene cascarósidos, derivados antracénicos con actividad laxante estimulante, el uso no conlleva ningún riesgo de malformaciones. Durante la lactancia, aconsejan evitarlo.
El plantago: las semillas de plantago contienen un elevado porcentaje de fibra, por lo que se utiliza como laxante mecánico o formador de masa, no presenta ningún problema.
El lúpulo, la salvia y la ruda están contraindicados en el embarazo y lactancia, ya que son abortivas y emenagogas. El aceite esencial puro y los extractos alcohólicos llevan la posibilidad de inducción de abortos espontáneos.
Históricamente las mujeres han utilizado las plantas galactogogas con el fin de aumentar la secreción láctea durante la lactancia. Las plantas utilizadas varían según los diferentes países (malvarrosa, alfalfa, ortiga, fenogreco).
Los aceites esenciales que contienen mentol están contraindicados en menores de dos años y recientemente se ha advertido sobre la contraindicación en niños menores de 30 meses de supositorios que contienen derivados terpénicos (pino, mentol, tomillo, alcanfor, gomenol, eucaliptol…), el análisis riesgo-beneficio ha determinado que podrían asociarse a un mayor riesgo de alteraciones neurológicas, (convulsiones) en niños de corta edad, y en niños con antecedentes de epilepsia o convulsiones por fiebre.
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