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Los cambios hormonales que se producen durante el embarazo tienen efectos sobre la piel de la mujer. Así la elevada concentración de estrógenos y progesterona desde las primeras semanas de embarazo aumenta la cantidad de agua en los tejidos, aumentando el espesor y turgencia de la piel.
Las fibras elásticas de la piel se ven alteradas dando lugar a las estrías, que en realidad se originan debido a la tensión mecánica de la piel que conduce a la rotura de fibras de elastina i/o colágeno.
Suelen aparecer en el abdomen, caderas y muslos, dependiendo su cantidad de la predisposición genética de cada mujer.
En el desarrollo de las estrías hay dos fases, la primera es la fase inflamatoria, en la que la estría es reciente, de color rojo-violáceo y molesta (prurito y sensibilidad), la segunda fase (llamada cicatricial), la estría se consolida y cambia de color a blanco-nacarado.
Los productos que existen en el mercado no eliminan totalmente las estrías, por lo cual los cuidados de la piel desde el inicio del embarazo se convierten en fundamentales.
Para estos cuidados se utilizan productos complejos que mejoran la elasticidad de la piel.
Suelen contener elastina y colágeno (potencian la síntesis de fibras), silicio (favorece la reparación de las fibras), también hidratantes (urea, alantoina, ácido láctico), junto con aceite de rosa mosqueta, centella asiática, extracto de mimosa (las tres son cicatrizantes y reparadoras) y otros muchos extractos vegetales de acciones diversas.
Tan importante como el producto es la forma de aplicarlo, que será siempre con un ligero pero prolongado masaje que favorece la circulación local, aumentando la penetración de las cremas y el aporte de nutrientes a los tejidos.