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Cada año, con la llegada de la primavera, reaparece con más fuerza la preocupación por perder esos kilos de más.
De esta manera aparecen nuevas dietas milagrosas, píldoras mágicas, preparados a base de plantas, etc., que aseguran o prometen una pérdida rápida y fácil del peso.
La obesidad no es un problema meramente estético, afecta negativamente a la salud y a la esperanza de vida.
Existe una serie de enfermedades asociadas a la obesidad, como las cardiovasculares, la diabetes de tipo 2, determinados cánceres, trastornos respiratorios y alteraciones articulares, entre otras muchas.
La obesidad se puede definir como una excesiva acumulación de grasa corporal.
En la mayoría de los casos se presenta como consecuencia de un desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto energético. Sin olvidar que también pueden confluir otras causas, como factores genéticos, hormonales o farmacológicos.
El cálculo del Índice de Masa Corporal (IMC) se usa para conocer el grado de obesidad, y se obtiene al dividir el peso (kg) entre el cuadrado de la talla (metros).
Valores entre 18,5 y 25 se consideran peso adecuado, entre 25 y 29,9, sobrepeso, y por encima de 30, obesidad.
En la actualidad también se concede mucha importancia a la distribución de la grasa corporal, siendo un indicador el diámetro de la cintura. La acumulación de la grasa abdominal –un valor por encima de 82 cm de circunferencia en las mujeres y de 95 cm en los hombres – representa un mayor riesgo de diversas enfermedades.
El mejor tratamiento de la obesidad es la prevención, es decir, no permitirse engordar. La prevención debe empezar en la infancia, educando a los niños para que adquieran unos hábitos alimentarios adecuados y promoviendo la práctica de ejercicio físico desde pequeños.
El ejercicio físico se considera muy eficaz para prevenir el exceso de peso, y también para la pérdida de peso, y contribuye a una mejora del bienestar físico y mental. No siempre es posible perder todo el peso que sobra, pero ello no debe ser motivo de desaliento, sólo intentarlo ya merece la pena.
Evitar ganar peso ya es un éxito, y una pequeña reducción del peso (5-10%) da lugar a una importante disminución de las complicaciones asociadas a la obesidad.
El tratamiento dietético no es un tratamiento puntual, es decir, no es una dieta esporádica, debe entenderse como un cambio de hábitos de por vida, es decir, para siempre, que impliquen una alimentación adecuada y la práctica de actividad física o ejercicio físico de forma regular.
El abandono de la nueva forma de alimentarse de manera equilibrada implica con el tiempo la recuperación de los quilos perdidos Evite las dietas muy restrictivas y las que prometen pérdidas rápidas. Adelgace lento pero seguro.
No se salte ninguna comida. Tan importante es la pérdida de peso como el mantenimiento (perder kilos y recuperarlos, lo que se conoce como efecto yoyó, no es beneficioso para la salud).
Reducir muchos quilos en poco tiempo no es aconsejable, ya que implica una pérdida de masa muscular que favorece la posterior ganancia de peso. La pérdida de peso y el control del mismo implican una modificación en el estilo de vida. Olvídese de las dietas de moda que circulan a su alrededor, la dieta de la alcachofa, de la sopa, del ajo, de las artistas, de los astronautas, de los mil y un disparates, y recuerde...: consulte siempre a un profesional.