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Atopia

Atopia

Por Subirats - Categorías : Cosmética , Problemas en la piel
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El término atopia se usa para definir una condición de origen inmunológico en respuesta a ciertos estímulos ambientales.

La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria cutánea crónica, con una alta predisposición genética y de predominio en la infancia, que se caracteriza por la presencia de prurito intenso, xerosis (sequedad cutánea), exudación, descamación y excoriaciones (signos de rascado).

Se calcula que la prevalencia de esta enfermedad se ha triplicado en los últimos 30 años en nuestro país. El aumento de la incidencia de la dermatitis atópica parece estar ligado a características como el estilo de vida, el aumento de la edad materna, la polución, el tabaquismo materno, entre otros.

La dermatitis atópica es una patología que se manifiesta en los primeros años de vida. Sin embargo, cabe destacar que los casos de debut en la edad adulta suelen ser más severos. La dermatitis atópica es un proceso multifactorial en el cual se conocen que juegan un papel diferentes factores como son: la predisposición genética, las alteraciones inmunológicas, las alteraciones vasculares y de la función de la barrera cutánea.

Muchos de los pacientes que en la edad infantil presentan dermatitis atópica, después en la edad adulta presentan asma o rinoconjuntivitis alérgica. La respuesta inmunológica del paciente atópico está alterada tanto a nivel humoral como a nivel celular.

Los individuos con atopia tienen una tendencia a la vasoconstricción periférica. La alteración vascular más conocida en la dermatitis atópica es el dermografismo blanco que consiste en la aparición de lesiones blanquecinas como respuesta a la presión, otras alteraciones vasculares son la palidez de la piel, la baja temperatura de los dedos y la hipersensibilidad al frío.

La piel de los pacientes atópicos presenta una disminución en la concentración de los ácidos grasos esenciales imprescindibles para la correcta funcionalidad cutánea. Estos bajos niveles de ácidos grasos podrían ser la causa de la xerosis que presenta la piel atópica, además presentan diversas mutaciones en el gen que codifica para la filagrina (una proteína epidérmica fundamental que facilita la diferenciación terminal de la epidermis). A nivel intracelular, el paciente presenta un déficit de proteínas estructurales, y a nivel extracelular tiene un cemento lipídico de mala calidad.

La dermatitis atópica se manifiesta en forma de placas eritematosas de color rosadas, cuya distribución corporal varía según la edad. En bebés y lactantes suele afectar a las mejillas, cuello y superficies de extensión (zonas externas de las extremidades), en niños mayores de un año, la distribución cambia y afecta a superficies de flexión (codos y rodillas).

Como consecuencia del prurito, los pacientes presentan signos de rascado y en algunos casos sobreinfección de las lesiones.

La dermatitis atópica es una enfermedad de diagnóstico eminentemente clínico, el prurito es el síntoma mayor y constante de esta patología, se diagnostica en base a criterios clínicos. Los pacientes con la enfermedad moderada o severa pueden beneficiarse de la realización de pruebas de alergia.

Los alérgenos implicados en las formas alérgicas de dermatitis atópica son los pneumoalérgenos y los alimentarios.

La biopsia de piel no está indicada, a excepción de aquellos casos raros en que existan dudas diagnósticas.

Los objetivos terapéuticos en la dermatitis atópica son: reducir los signos y síntomas, prevenir las recurrencias, instaurar un tratamiento libre de efectos colaterales a largo plazo y modificar el curso de la enfermedad. En el tratamiento del paciente atópico debemos distinguir, por un lado, las medidas higiénico-dietéticas y por otro lado, las medidas farmacológicas.

Dentro de las farmacológicas tenemos el tratamiento tópico que se divide en múltiples tipos según el fármaco utilizado, así   los corticoides tópicos se utilizan de ligera o mediana potencia, durante varios días consecutivos hasta la resolución del eczema, las zonas afectadas por el eczema quedan más claras tras el éxito del tratamiento.

Los antibióticos tópicos solamente deben usarse en los casos de impetiginización de las lesiones, se usan preparados con mupirocina o fusidato. Por último  los inmunomoduladores tópicos están comercializados en dos fármacos, el tacrolimus usado si la enfermedad es moderada o severa y el  primecrolimus (si es ligera o moderada). Ambos deben evitarse en niños menores de 2 años. La aplicación de estos  preparados suele acompañarse de sensación de irritación o quemazón que puede durar entre 5 y 20 minutos.

La fototerapia se reserva para aquellos casos en los que no se consigue una respuesta suficiente con el tratamiento tópico, es un tratamiento ambulatorio que se realiza en forma de 2-3 sesiones semanales.

Dentro de los tratamientos sistémicos, que se deberán usar baja estricta supervisión médica encontramos  la inmunoterapia para aquellos pacientes que se demuestra hipersensibilidad a algún alérgeno, la administración de estas vacunas se asocia a una disminución de riesgo de desarrollo de bronquitis asmática.

Por otra parte los antihistamínicos H1 por si solos no tienen actividad para hacer disminuir el eczema y solo se recomienda en aquellos casos en los que el picor sea tan intenso que afecte la calidad de vida del niño.

Las medidas dietéticas, probióticos y otros complementos alimenticios, no se recomiendan sistemáticamente.

Dentro de las medidas higiénico-dietéticas hay la emoliencia e hidratación corporal. El uso de cremas emolientes constituye la principal línea de actuación en el tratamiento de la enfermedad, siendo fundamental para restaurar la capa córnea. Los emolientes forman una capa protectora y aportan lípidos estructurales que restauran la estructura de la barrera, es sabido que los productos para la piel atópica, no deben contener determinados conservantes, perfumes, ácido salicílico, etc. y deben ser aplicadas una o dos veces al día.

Con respecto a la higiene personal es preferible mediante el baño que la ducha, baños cortos de 5-10 minutos y con agua templada. El baño alivia el prúrito, hidrata y permite limpiar la exudación y las posibles costras.

En la vestimenta el paciente debe evitar tejidos sintéticos o lanas ya que acentúan el picor.

El ambiente del hogar, debe mantener constante la humedad y la temperatura de las habitaciones.

Refiriéndonos  a la playa y el sol cabe decir que el paciente atópico puede bañarse en el mar o las piscinas, aunque en situaciones de brotes es preferible evitar los baños. Es necesario el uso de una crema solar con filtros físicos, así como el uso de hidratante después del baño.  

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